Cuando salí de Monasterio podía ver todo el valle que hay que bajar para cruzar la Sierra Morena. Pero cinco minutos después quedaba envuelto en nubes, todo las tierras abajas estaban borradas por el gris oscuro del tiempo que venía. Y no sólo esto, pero se escuchaba tronos fuertes, resoñando por todo el valle.
Como un escocés no me importa demasiado la lluvia, pero los relámpagos, en general, me gusta evitar. Así que cuando encontré un camping con su bar abierto entrè sin dar el asunto más vueltos. Alli conocí al genial gerente del camping Pedro, quien está en la foto.
Nada más llegado y la tormenta explotó encima del camping. Rayos y tronos anunciaron una muralla de agua cayéndose sin merced. Mirandalo desde el bar fue divertido, pero sólo imaginar cómo habría sido si hubiese quedado en medio... brrrr.
Después de cuatro horas de buena conversación y un par de vinitos lo peor había pasado y salí para intentar hacer unos kilometros más. Aunque fue tarde quería intentarlo porque sino iba a ser muy difícil llegar a Sevilla el viernes, y también Pedro me informó que era más que probable que la lluvia continuara por la sierra, así que acampar en el sitio podría ser bastante duro.
Tenía razón, cuando había llegado al final de la sierra la lluvia paró, y podía seguir por la carretera sin poncho, en búsqueda de un lugar para pasar la noche.
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