Es un día espléndido, cruzando los montes de Galicia debajo de un sol brillante, pero aún en la frescura de la mañana. Valles y montes se extienden por todos lados hasta donde alcanza la vista. Puro placer.
Anoche dormí en la pequeña aldea de Fonfría, que tiene un alburgue encantador, con gente muy muy simpática.. Había un ambiente especial, de peregrinos relejados y cómodos en el sitio tan precioso. Después de cuatro platos enormes y deliciosos, más vino ilimitado, los menos cansados fueron al bar para cambiar historias de aventuras de la peregrinación y consejos sobre todas las dificultades que se puede encontrar en los largos kilómetros, desde ampollas hasta perros sueltos determinados de bloquear el paseo del caminante.
Luego fuimos a terminar el último fuera, debajo de la luz de un billion de estrellas, y con la cuerda de la vía láctea brillando; vida, sencilla y maravillosa.
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